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Algunos de estos espacios parecen un déjà vu en materia de las discusiones de género. Déjà vu porque muchas veces ni se tratan y porque otras sólo se mencionan de manera declarativa y superficial. De un tiempo a esta parte, existe un reconocimiento, en el plano de lo formal y a veces muy suavemente, de cómo el impacto de las tecnologías no es el mismo para hombres y mujeres, de cómo esto hace diferencias en el acceso y el uso que se hacen de las TIC, promoviendo estas situaciones una persistente y amplia brecha tecnológica de género. A partir de estas situaciones se plantea la problemática de cómo las TIC no implican una mejora per se de las desigualdades pre-existentes en nuestra sociedad sino que, por el contrario, en general las terminan afianzando y agravando, ya que su desarrollo e impulso parece no haber percibido las mismas actuando bajo un terreno que consideran como “neutral”.
Es importante destacar que estas situaciones de desigualdad generadas a través del desarrollo de las tecnologías se repite en la amplia mayoría de los países – no sólo aquellos con una baja penetración de la tecnología – sino también en los más desarrollados tecnológicamente, lo que ha permitido tener una mayor amplificación y visualización de la problemática. Claro, solo vista por algunos actores y sectores.
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