Por APCNoticias
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En 2020, la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC) cumple 30 años y, para conmemorar esta fecha tan especial, les preguntamos a los miembros de nuestra red cuál es su visión para APC de aquí a 10 años.
Al mismo tiempo que celebramos lo logrado en las tres últimas décadas, también miramos hacia adelante, por más años creando un mundo justo y sustentable, utilizando el poder colectivo de activistas, organizaciones, grupos excluidos, comunidades y movimientos sociales para desafiar las estructuras de poder y asegurar que internet sea desarrollada y gobernada como un recurso público global.
¿Cómo imagina Arturo Bregaglio, de nuestro miembro en Paraguay Asociación Trinidad, Comunicación, Cultura y Desarrollo, el futuro de APC? Compartimos su respuesta:
Una apuesta a la esperanza y un reto a la creatividad
Celebro la iniciativa de plantear estos temas, en estos tiempos… ¡Ello exige no solo imaginación, sino una apuesta a la esperanza y un reto a nuestra creatividad!
Comenzar diciendo que el mundo cambió es casi una obviedad. Hay tanto escrito y expresado en los medios de comunicación que pocas veces he visto una información tan globalizada y en tiempo real, con muertos y sobrevivientes, contabilizados por hora.
La pregunta que comparto es, si luego de la pandemia, la vida habrá cambiado tanto como para soñar con otros paradigmas o utopías o, luego que se supere el miedo mundial, volveremos a recorrer caminos ya recorridos y que justamente son los que nos llevaron a este final incierto.
Según el filósofo español Fernando Savater, no habrá que esperar mucho. “Han ocurrido varias guerras y el final no fue mejor. En tiempos de malestar, no sale lo mejor de la condición humana, sino por el contrario, el odio, rencor y revancha quedan en carne viva… Es luego de las situaciones del estado de bienestar, donde pueden surgir nuevas ideas y renovadas esperanzas”.
Todo esto me llevó a mirar los principios de APC y comprobar en qué lugares de nuestro planeta se manifestaron buenos resultados y condiciones óptimas para garantizar un internet para todas y todos.
Internet es un derecho humano básico
¿Por qué no pensar que en 2030 internet pueda ser un derecho humano básico, al que se tenga acceso gratuito? La vida cotidiana e internet serán parte de una unidad indivisible y, por ende, los estados estarán obligados a proporcionarlo como un derecho más, tal como APC lo viene sosteniendo con tenacidad desde sus orígenes.
Hay países donde el acceso a internet es gratuito. La tarea siempre pendiente es concientizar en cada continente, foros mundiales y a cada estado en el hecho de que este bien, escaso en algunos lugares, es una inversión, y no un gasto, que mejora la calidad de vida y repercute favorablemente también en la economía y en un nuevo tipo de relaciones sociales.
APC viene planteando esta idea desde hace tiempo. Hoy nos toca seguir insistiendo todas las veces que sea necesario, para que la realidad no siga doliendo como ocurre en tantos lugares del mundo, donde el acceso es un privilegio de pocos y una necesidad de muchos.
Salud pública global gratuita
Hace poco menos de un año, conversando con mi compañero de Universidad, el doctor Carlos Pressman, especialista en Gerontología, me dejó la siguiente inquietud: “No falta mucho tiempo para que entremos en una cabina como el cajero de un banco, la máquina nos escanee y salgamos con el diagnóstico o resultados de estudios sanitarios, con solo introducir nuestra tarjeta médica.”
En medio de la tiranía de la comunicación del COVID-19, vuelve a mi memoria aquella amena conversación. ¿No será acaso este el momento propicio para que pongamos todas nuestras fuerzas en evitar la próxima pandemia, como ya lo está planteando la canciller Angela Merkel a los estados de la Unión Europea?
No cabe duda que en buena parte del mundo la salud pública es un bien preciado y gratuito. La telemedicina será cada vez más habitual y es difícil imaginar un mundo seguro, un hogar común a nivel global, sin tener asegurada la salud para todos.
Ya existen algunos países donde se aplican estas terapias. El problema es el mismo de siempre. Los que tienen acceso a la tarjeta médica son muy pocos. Y muy pocos fueron seguramente los primeros contagiados de COVID-19 hasta que, casi en un simple aleteo de mariposa, la enfermedad se expandió vertiginosamente por todo el planeta, sin hacer distinción de regiones, clases sociales, religiones, culturas o etnias.
Sería un magnífico aprendizaje de una experiencia tan dolorosa que APC y otras organizaciones mundiales pudieran potenciar el íntimo vinculo que existe entre internet y salud pública mundial.
El futuro no espera, el presente nos castiga. O miramos muy de cerca la realidad o podremos ser, en cualquier otro desgraciado momento, un número más de lamentables estadísticas.